sábado, 8 de marzo de 2014
Espacio de Opinión Libre: Las preguntas de tres millones
Espacio de Opinión Libre: Las preguntas de tres millones: Este blog está orientado a ser un espacio de opinión y debate sobre diversos temas de actualidad. En él se publicará un editorial cada sem...
Las preguntas de tres millones
Este blog está orientado a ser un espacio de opinión y debate sobre diversos temas de actualidad. En él se publicará un editorial cada semana, el cual podrán comentar, discutir y valorar sin ningún tipo de censura, al mejor estilo de las tertulias de otro tiempo Solo hay dos reglas que observar:
1- Referirse al tema del editorial, evitando las alusiones personales.
2- No publicar comentarios en un lenguaje vulgar, aún los insultos pueden ser formulados con altura y dignidad.
El no respetar estas dos normas puede causar que el comentario en cuestión sea eliminado y ante la reiteración de un comportamiento inadecuado por parte de la misma persona, esta sea expulsada del blog de forma definitiva.
Bienvenidos
A veces cuando compartiendo algún espacio
común intercambiamos opiniones sobre cosas cotidianas con vecinos, amigos o el
comerciante de turno que nos atiende, quedo asombrado de la diferencia que
existe entre la percepción de muchas personalidades públicas y el común de la
población mayoritaria, sobre lo que es importante o trivial, vital o
prescindible. Y si nos referimos a temas económicos, lo que se escucha y
ve desde la tribuna o los
medios, queda totalmente divorciado con lo que la gente de a pie percibe sobre su realidad y la inmediatamente
cercana.
Indudablemente ambas ópticas tienen sus
fundamentos y razón de ser, lo que resulta lamentable y molesto es ver cómo se
intenta recurrentemente, desviar el foco de los temas que inciden y afectan
diariamente la vida de la mayoría de nosotros, tratando de reducirlo todo a
números y estadísticas, como si comprar en la feria, el supermercado o la
estación de servicio fuera parte de un teorema matemático que se explica en
abstracto. En los cuales muchas veces tampoco está muy claro los datos y métodos que los fundamentan.
En este intercambio, comúnmente por no
decir casi siempre, encontramos cuatro preguntas que la mayoría de los
ciudadanos nos hacemos por igual y que desarrollaremos a continuación. El orden
utilizado es aleatorio, este no representa el grado de prioridad, pues en este
sentido el mismo es relativo a cada individuo. Lo incontrastable en cambio, es
el contenido intrínseco de estas cuestiones y su incidencia en el ánimo y
desenvolvimiento de la ciudadanía. He aquí cada uno de los temas aludidos con
un comentario para alentar el debate,
motivo fundamental de nuestro editorial.
- ¿Cuál es la razón de qué U.T.E, más allá
de ser un Ente Autónomo, o parecerlo, y manejarse por la lógica de la empresa,
o intentarlo, generando superávit desde hace años y gracias a las últimas
lluvias haber bajado sus costos de generación de energía, no traslada parte de
estos beneficios a los clientes? Muy por el contrario religiosamente aumenta
tarifas por calendarios prefijados sin alterar el plan, a menos que una sequía
o amague de ella, obligue a aumentarlas extraordinariamente.
En este sentido, la población se hace la
misma pregunta no solo en lo referente al ente energético, pero en vista de los
últimos acontecimientos resulta el ejemplo más gráfico. Con seguridad los
técnicos, economistas y otros entendidos, pueden explicar este comportamiento
de forma muy documentada e indiscutible, al menos en su dimensión y comprensión
de la realidad. Ahora, lo también real y palpable para los usuarios es el peso
de la factura en su economía familiar, y por agregado existe en no pocas
cabezas la sensación de estar subvencionando otras actividades no relacionadas
ni remotamente con el servicio contratado. Y esta sensación se ve agudizada por
dos factores principales, el tratarse de un ente monopólico que vierte sus
excedentes en el marasmo de “Rentas
Generales”, y el fantasma de que toda justificación y explicación planteada es
poco clara, o como mínimo parece estar reñida con algunos principios
elementales de sentido común y viven en una dimensión paralela donde entran en
juego con mayor peso, otros aspectos que
los implicados en el verdadero costo operativo de la empresa.
- ¿Qué
motivó el cambio de facturación de consumo en A.N.TEL? ¿Es legal presentar un
documento genérico, de tinte hermético y ocultista a todas luces enfrentado con
la transparencia hacia el consumidor?
Desde hace ya algunos meses, tomamos
conocimiento o nos impusieron, el cambio en la forma de detallar el gasto en
telefonía fija en la factura. Si bien a algunos les puede resultar indiferente,
son más las personas molestas con este cambio unilateral y arbitrario. Parece
ridículo que un cliente deba pagar dos veces por la misma factura, una para
saber el total y otra si desea saber con exactitud como es el desglose de ese
total. Si bien esta puede ser una práctica enmarcada dentro de la ley, sin
lugar a dudas parece algo enfrentado radicalmente con las buenas prácticas
empresariales, e incluso todo el sistema implementado para obtener la
información solicitada está diseñado para desalentar o como mínimo dificultar
el acceso a datos que, más que un derecho de clientes es una obligación de la
empresa brindar sin rebusques. A veces resulta asombroso el desencuentro entre
los discursos y las actitudes, mientras unos tratan de convencer en confiar,
las otras van en sentido opuesto alentando la suspicacia y algunos rumores de
subsidios indirectos a costa del bolsillo de los clientes. Como ejemplo estas
resoluciones son pésimas, y se le suma el hecho de que a nadie o casi nadie le
disminuyó el consumo, por el contrario a gran cantidad de servicios
llamativamente el monto se les ha disparado sensiblemente, y lo raro utilizando
el servicio de igual forma que antes del cambio de facturación. Resulta
imposible no desconfiar.
- ¿Cómo se calcula el promedio de ingresos
de los hogares uruguayos?
Desde que tengo memoria, los informes
sobre el promedio de ingresos de las familias parece una obra de ciencia
ficción. Y no es solo una opinión personal, sino una impresión de todos
aquellos ciudadanos comunes que ven como se presentan los resultados, números y
tendencias de estos estudios de forma
muy contundente y elegante, pero al contrastarlos con sus ingresos reales por
mucho que hayan crecido en los últimos años, no se acercan ni de lejos a lo
reflejado en las placas. Sería algo altamente sano y efectivo presentar junto
con los resultados los factores incidentes tomados en cuenta para llegar a
estas conclusiones. Parece que todo este tipo de estudios se dan a conocer por
puro formalismo, rara vez marcan algo que perjudique a quienes los realizan, pero
su trasfondo metodológico es accesible solamente para un grupo selecto de
iniciados mientras el resto de la ciudadanía, creo sujeto principal de dichos
estudios, se ve elegantemente excluida.
“Estos son los números, y son así porque
nuestro cálculos lo demuestran”. Esto es
lo que parecieran querernos decir. Mientras el público objetivo sobre el que se
especula, busca afanosamente en su recibo de sueldo quien se quedó con lo que
les falta para alcanzar el promedio. ¿Será posible que todos los avances en
comunicación vayan encaminados a confundir, desdibujar o parcializar la
información? Esa misma información pretendidamente democratizada y
universalizada, que queda reducida a una expresión de buena voluntad, con una
terminología populista cada vez más vacía y frívola en su aplicación práctica.
-¿Si somos verdaderamente un país productor
de alimentos, por qué consumimos peor calidad a mayor precio?
Uruguay a través del tiempo se ha
convertido en la génesis de las contradicciones más insólitas, como nos consideramos tan especiales, únicos y
especialmente distintos del resto del mundo, vamos a contrapelo de ese mismo
mundo al cual pretendemos pertenecer algún día, mientras esperamos con malsana
ansiedad que algo falle o aparezca una crisis para remarcarlo como
justificación de la incapacidad o mediocridad propias. Porque vieron a “ellos”
también les pasa. Mientras en aspectos importantes, claro que sí, pero no
vitales se arremete contra toda convención económica o ideológica, en otros de
vital importancia se someten, sin más, los órganos de decisión a las “Crueles
leyes del mercado”. En áreas especialmente sensibles para la salud, bienestar y
progreso de una nación o mejor dicho de sus habitantes, pues que es una nación
sin el conjunto de voluntades que la habitan. Y ahondando más en este tema. ¿Qué
queda de una nación cuando las voluntades encargadas de marcar el rumbo, atienden
solo aquello que no les implica un costo personal o corporativo, una afectación
a sus fuentes de recursos para atender inmediateces o circunstancialidades de
corto plazo, a costa de postergar lo vital y esencial para el bienestar de todos? Siempre están de por medio los
estudios macro y micro económicos,
mientras no sea necesario inventar algún otro termino o método, y en ellos
desfilan las “tendencias” más o menos pesimistas u optimistas según el caso de
quién las exponga. Irónicamente lo cierto y palpable para los tan invocados “Don
José” y “Doña María”, o sea todos nosotros, es que deben solicitar créditos “blandos”
para poder llenar su refrigerador. Si
bien es cierto, en algunos casos la escala de prioridades se encuentra
demasiado marcada por el consumismo inconducente, lo que contribuye a dinamitar
con frivolidades vanas las economías de algunos núcleos, no es menos cierto que
lisa y llanamente somos un país en donde comer mala calidad, resulta de los más
caros, ya no del continente sino del mundo.
Todos nuestros dirigentes políticos desean
ser los padres del Uruguay primermundista, pero la realidad hasta ahora, es que
resultaría muchas veces más económico comprar los alimentos que nosotros mismos
vendemos en los países del primer mundo, que adquirirlos a la producción
nacional directamente. Amables lectores, nunca fui brillante en matemáticas y
quizás en nada, pero es indudable hasta para mí, que aquí la cuenta no da se
mire por donde se mire. Mientras la dirigencia, y nosotros mismos, se deshace
en discusiones mediáticas aquí y allá encauzando y manipulando el interés
público, temas que para los gobiernos de avanzada, sean del signo que sean, son
prioridad nacional como la seguridad y accesibilidad alimentaria de calidad,
incluida el agua potable para su
población, aquí todo se soluciona con los “Huesos del Pepe” o cobro de más
impuestos “si” o cobro de más impuestos “no”. Creo francamente la solución a
este problema, que como otros arrastramos desde hace ya demasiado tiempo,
viene por otro lado bastante distante de las iniciativas en curso, y si no se
atiende debidamente será una de las causas fundamentales del fracaso de las expectativas
sobre temas tan sensibles para los gobiernos, tal es el caso de la bendita
inflación. Para comprobar lo que digo, basta preguntar a cualquier turista del
otro hemisferio, que es lo más caro que encontró en su visita a Uruguay.
¿Adivinen que les va a responder?
Algo estamos haciendo muy mal en este
sentido, desde hace un buen tiempo, pues como ya comenté, es ridículo encontrar
nuestros propios productos a precios más accesibles fuera de nuestro país que
en los comercios y ferias nacionales. Nuestros estimados dirigentes políticos,
es imposible sustraerse a la política en nuestro sistema, creo harían bien en
comenzar no solo a transparentar las cosas, lo cual no deja de ser importante
para un estado de derecho y democrático al que creemos pertenecer, sino también
y principalmente deberían tomar en cuenta que las manos depositantes de votos son
de personas, no de números, seres humanos que al igual que ellos necesitan
comer y comer bien.
Le Chevalier
viernes, 21 de febrero de 2014
El
huevo o la gallina?
Estamos comenzando un año muy especial para
la vida social y política de Uruguay, una nueva campaña electoral se perfila ya
en el horizonte con la consiguiente efervescencia que suele acompañar estas
instancias. Muchas propuestas y promesas
surgen como las flores en los campos de primavera y seguramente la enorme
mayoría -sepan disculpar mi escepticismo- tendrán la misma vida que esas flores.
En este editorial nos enfocaremos en dos
puntos que absolutamente todos los partidos y candidatos, con distinto énfasis
según las conveniencias de las circunstancias, han hecho parte del eje
fundamental de sus respectivas campañas. Estos dos temas son “Seguridad” y
“Educación”, en este punto aclaramos desde ya que el orden de aparición no significa un reflejo de su
lugar en importancia. Problemáticas tan amplias como complejas, aunque en
nuestra opinión mantienen una relación directa, una es la génesis de la otra.
Llegamos a esta conclusión comparando los
números y resultados en los indicadores del desempeño del sistema educativo
uruguayo y los que hacen referencia a los niveles de seguridad en el país desde
la salida de la dictadura hasta nuestros días. Aclaramos que no fuimos más
atrás en el tiempo por la sencilla razón de que en el período de facto ya es de
conocimiento público la alienación y desmantelamiento a la que estuvo sometida
la educación y la actividad intelectual. Y desde luego las secuelas que nos
dejó como sociedad.
Cuando comparamos estos resultados
comprobamos que a una caída constante en el nivel, calidad y jerarquización de
la educación en contrapartida se produjo un aumento sostenido en las
actividades ilegales, y en el deterioro del relacionamiento social con
situaciones, que ya son cotidianas, donde prima claramente la filosofía del “Yo
y Yo”. En muchos casos, por suerte, aún nos deja pasmados ver el desprecio por
la integridad e incluso la vida del semejante, con que salimos a la calle
muchos de nosotros cada día, y no hablamos aquí de los llamados, con toda
razón, “delincuentes”.
Ahora
bien, escuchando el discurso político actual nos parece percibir que se toma
cada tema como un todo en sí mismo, como un universo absoluto donde todo
comienza y termina dentro de su ámbito. Dejando de lado ahondar en el
comentario de que se busca la forma y las propuestas que generen impacto, más
que tomar conciencia de la gravedad de la situación que enfrentamos. En verdad
considero que estos dos temas cruciales para la sociedad, en la actual
coyuntura, deberían estar vedados para ser utilizados en campañas electorales,
aunque por supuesto soy consciente de que sería constitucionalmente incorrecto
pues limitaría el derecho de expresión y propuesta que cada actor político como
ciudadano debe tener garantizado.
En los temas de seguridad los enfoques van
desde una permisividad más o menos condescendiente a la represión más dura e
implacable, militarizando la policía, endureciendo las leyes que castigan los
delitos, o bajando la edad de imputabilidad, este último punto seguramente
buscando atacar la “raíz del mal”, aunque claro está nadie lo plantearía en
esos términos. No se percibe sin embargo, un tratamiento integral y equitativo de
los distintos factores, acorde a su grado de incidencia, que integran esta
problemática.
Causa
asombro, entre otras cosas, que deliberadamente o no, se deje en las sombras
por omisión o mención insuficiente la
violencia doméstica. El segundo delito más denunciado en nuestro país. Aunque
quizás esto asombre a muchos, o a quien escribe le obligue a comprarse lentes y
audífonos para ver la letra chica y oír
mejor los susurros. Según parece es este un problema de segundo orden que no
merece encabezar ninguna plataforma sobre seguridad, las muchas mujeres y
algunos hombres que ven su integridad física y psicológica totalmente
vulnerada, condicionando su vida y los lazos afectivos presentes y futuros, así
como su autoestima y la posibilidad de ser útiles a sí mismos y los demás, no
es uno de los problemas más urgentes a tratar. Ni tampoco los recuerdos
sombríos que acompañaran de por vida, a todos, absolutamente todos los niños,
adolescentes y jóvenes provenientes de hogares donde se ejerce violencia de uno
u otro tipo, recuerdos que serán su pesadilla más temida, esa que luego
hipoteca el desarrollo integral del “Ser” tanto en el presente como en el
futuro, con consecuencias nefastas cuya profundidad es difícil de predecir.
Aún así, lo antedicho no es la principal
razón del continuo fracaso de las iniciativas aplicadas, en distinto tiempo y
por distintos actores, para buscar una solución a los problemas. Sino que
proviene de la raíz conceptual con que se consideran, continuamente se pone la
mirada en el síntoma, no en la causa. Las políticas y procesos coordinados se
despedazan y convierten en estandartes, que cada parte involucrada elige y
utiliza según sus conveniencias, buscando aquello que más se adapta a su
discurso, que no genere una responsabilidad mayor o en todo caso un cese de
privilegios, evaluando en todo momento el causar impacto favorable a los
intereses propios en la opinión pública, presentando soluciones o salidas al
mejor estilo de los gurús.
¿Qué decir de la tan traída, llevada y
manoseada Educación? Parece haberse convertido en una muchacha con quien muchos
bailan, pero muy pocos se comprometen seriamente. Nadie, o casi nadie, está
dispuesto a poner sobre la mesa la verdadera dote que ella solicita. Sea por
mezquindad o comodidad, se prefiere esperar a que otro tome sobre sus espaldas
la responsabilidad, y por supuesto, pague el costo. La mayoría de las
propuestas que habitualmente se presentan son periféricas, o parecen
científicamente diseñadas para no dañar privilegios, prebendas y garantías,
sino en varios casos tienden a aumentarlas aún a costa de la eficiencia y
calidad del propio sistema educativo y por ende de sus resultados.
Con toda certeza, no es aumentando la carga
horaria o elevando el status docente al grado terciario como se logrará
encauzar la recuperación del nivel educativo. O con mayor infraestructura, la
ampliación de la cantidad de centros de estudio y la inversión económica sin
metas definidas y específicas como lograremos mantener a niños, adolescentes y
jóvenes vinculados e incentivados a completar los distintos niveles de su
formación, cuando es el propio sistema quien se encuentra anquilosado y
atrofiado.
No necesitamos títulos más enaltecidos,
sino que quienes tendrán a su cargo moldear la mente y el espíritu de las
nuevas generaciones amen realmente lo que hacen. Que la docencia en todas sus
ramas, vuelva a ser lo que fue, una carrera de vocación por sobre todas las
cosas, donde el educador está enamorado del conocimiento y el alumnado por sobre todas las cosas.
Tal parece lamentablemente en estos
últimos tiempos, que para una cada vez mayor porción de los egresados, el ejercicio
de la profesión docente se ha convertido en una mera salida laboral, un trabajo
más, y no la pasión de llevar la iluminación a nuevas mentes, el deseo de
abrirlas al razonamiento, las ideas y la conciencia. Esto entre otras causas,
ha convertido paulatinamente los sucesivos planes en meras ecuaciones
monetarias huérfanas de resultados, rodeadas por un discurso hueco, tendencioso
y falto de realismo.
Haciendo honor a una verdad insoslayable,
esto no es algo que comenzó a deteriorase recién ahora, sino que forma parte de
un proceso degenerativo que ya tiene larga data, y ha venido germinando de
forma solapada hasta hacerse visible en toda su ruindad. Muchos padres de alumnos son a su vez producto de
este mismo sistema emparchado, que los ha convertido en una masa cada vez más
exigente pero menos propositiva, más demandante pero menos proactiva, más
explosiva pero menos idealista. A tal punto que expresiones de contenido
deportivo y lúdico, logran emparejarse con el grado de religión, de dogma, y no
son pocos los que sin horizontes elevados en sus mentes, convierten una mínima
fracción de tiempo en el centro de sus vidas, al punto de quedar enfermizamente
enajenados, incapaces de reaccionar con cordura a cualquier evento.
Resuenan discursos aquí y allá, clamando
por más horas de clase, más exigencia curricular, y claro infaltable, más
dinero y recursos para desestimular el ausentismo. Desde ya los puntos antes
mencionados son muy importantes para la mejora y el avance de la educación,
pero este es el segundo paso. El primero es recuperar la educación, lograr que
su corazón vuelva a bombear sangre a los miembros adormecidos, rescatarla de la
nebulosa en que ha caído, bajo vagos principios y funcionalidades inoperantes,
tanto dentro de los responsables de impartirla como del común de la población.
Ahora dejemos algo bien claro, son solo los
profesores y maestros quienes pueden convertirse en sembradores de nuevos
valores, en verdaderos guías y escultores de mentes y espíritus para sus
alumnos cuando se cierra la puerta del aula. Este milagro, esta simbiosis
ocurre si y solo si se está debidamente preparado y hondamente comprometido con
la misión a cumplir. No se trata pues, de leer un manual para luego recitarlo
impersonalmente una y otra vez hasta el cansancio, siendo condición ineludible
para ello, que el educador tome verdadera conciencia de su función: construir
los cimientos de lo que vendrá.
El rédito material es muy merecido
indudablemente, me contradeciría si opinara en otro sentido, pero jamás puede
convertirse en un fin en sí mismo. Pues no importa que tan alto se eleven
salarios o reconocimientos de grado, es desde dentro del cuerpo de donde
proviene el verdadero enaltecimiento de la profesión. Es a través de elevar el
espíritu propio como se logra elevar el de quienes nos rodean, o esperan les
mostremos el camino a seguir. Las dificultades, carencias o postergaciones no
pueden ser excusa ni justificación para el quietismo endémico, la falta de pasión genuina por la tarea sagrada de
enseñar, o un impedimento para con creatividad sortear las adversidades. Desde
ya que todas las generalidades son injustas, y no quiero cerrar este editorial
sin dejar de resaltar la tarea consciente, dedicada y abnegada de quienes hacen
un excepcional trabajo en cualquier condición, anteponiendo el interés superior
al propio en innumerables ocasiones, y que por ello son eso, excepciones.
Un análisis no demasiado profundo, aunque
sí objetivo, permite observar que mal podemos pensar en salvar una sociedad o
un país, con la amputación de un miembro cuando es el corazón, su alma, lo que
está enfermo. ¿Qué quiero decir con esto?
Que no habrá mayor sensación de
seguridad en tanto no se mejore la educación, con el compromiso inquebrantable
y leal de cada una de las partes involucradas, que por otra parte, para
sorpresa de algunos, somos TODOS. Ni habrá mejor educación mientras no se
asegure la normal convivencia de las personas, y se salvaguarde efectivamente
el normal desarrollo físico, mental, intelectual y emocional del eslabón más
frágil y por ello más importante en la cadena de nuestra evolución futura.
Sin una sólida educación, no mejoraremos la
ciudadanía, y francamente es una quimera pensar solucionar los problemas de
violencia y seguridad, cuando se forja un pueblo con integrantes intelectual y
cívicamente cada día más pobres. Y corremos el riesgo de caer, si ya no lo
hemos hecho, en un círculo vicioso donde una solución alimenta el problema que
a su vez alimenta otra solución, por supuesto siempre paliativa, en una
secuencia infinita y estéril en buenos resultados.
Le Chevalier
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