(Parte
II)
Tal como veníamos expresando en la primera
parte de este tema, la contraposición reinante entre las filosofías de
“Ganar-Ganar” y “Ganar- Perder” son objeto de estudio, debate y experimentación
por parte de varias instituciones y centros académicos pioneros en el campo de
las Ciencias Sociales y la Economía. Tomando en cuenta esto, parece evidente
que nuestra aportación en los aspectos más técnicos de las doctrinas en
cuestión sería muy probablemente nimia e intrascendente, ahora consideramos que
no ocurre lo mismo con el enfoque dado a la aplicación de las mismas, sobre lo
cual se fundamenta el uso y la dirección que tomaran sus derivaciones a futuro.
En la actualidad todos los trabajos que
giran en torno a las posibles implicancias resultantes de aplicar el concepto
de “Ganar- Ganar” en la órbita práctica se plantean desde una posición donde
para su implementación se debe ser un iniciado o estudiante avanzado sobre
determinados aspectos de la ciencia. En nuestra opinión tal postura dificulta
nos solamente su puesta en práctica, sino también la cabal comprensión por
parte de la mayoría de las sociedades del alcance que podrían llegar a tener
las mismas como transformadoras de la visión actual que tenemos (sobre todo en
el mundo occidental) de las relaciones con grado de interés material entre
individuos. Y menciono en primer lugar éstas por la sencilla razón de que es en
el desenvolvimiento de las mismas donde los principios tradicionales de lo que
es “ganancia” y “beneficio” se muestran en su vertiente más cruda y dura.
Desde nuestra perspectiva si lo que se
busca es una vez que ya se han demostrado los beneficios de un cambio en el
paradigma dominante, los cuales si bien parecen bastante obvios trataremos de
demostrar más adelante con ejemplos de la mayor simpleza posible, la necesidad
de su conocimiento e interiorización por parte de los individuos parece
indispensable a todas luces. En ningún caso se puede pensar en alcanzar este
objetivo mientras nos eduque sobre las bases de un relacionamiento entre los
sujetos. Vale decir entonces que si tal modelo
se aspira sea un nuevo paradigma social, no debe en ningún caso tener un
tratamiento meramente elitista o sectorial. No puede convertirse en una
teorización abstracta utilizada para disertar sobre idealismos y eternizarse en
discusiones bizantinas donde no haya nunca una resolución clara sobre su
aplicación práctica.
No perdemos de vista en ningún momento la
realidad de tratar con una forma de pensar y actuar bastante novel, al menos en el campo
del estudio metódico y científico ya no solamente teórico y filosófico,
asentado sobre bases tal vez todavía no compatibles totalmente con las
estructuras heredadas del pasado siglo y con reminiscencias que nos remontan a
mediados del siglo XIX e incluso más
atrás en el tiempo. Y es justamente el tener conciencia de la amplitud de
factores conformantes de los modelos relacionales en una sociedad y lo largo de
los procesos de transformación que nos surge la preocupación constante por la
necesidad de incorporar a la brevedad los nuevos conceptos a la enseñanza
general y sobre todo en aquellas materias donde se busca formar espíritu cívico
y de convivencia social. Contrario a lo percibido hasta el momento donde todo
parece indicar la intención de hacer de éstas teorías una materia competente en
exclusividad para la formación profesional en economía y comercio con pocos
ámbitos más de aplicación.
Estamos convencidos de lo subdesarrollada
en su potencialidad que resultaría una utilización tan acotada de conceptos que sin duda trascienden ampliamente al campo específico
del intercambio material o el marco ético de algunas profesiones. Es necesaria la universalización de tales
postulados partiendo desde la educación y en sus primeras etapas, permitiendo
así una transformación en todo el espectro de las relaciones humanas,
permitiendo una aceptación e interiorización profunda desde las bases mismas de
las organizaciones piramidales que nos rigen actualmente y seguramente
continuaran rigiéndonos durante bastantes décadas más. Como verán, no nos
referiremos por lo tanto, al menos en principio, a la estructura en sí sino a
las metodologías e ideologías en base a las cuales se desarrollan los vínculos
al interior de la organización social, en el entendido que todo el material humano presente en los estratos superiores y la
élite dirigente de cualquier organización social no es en definitiva otra cosa
que un reflejo de su base multiforme y por ello el más claro exponente de los
preceptos imperantes en la masa donde se originan. Nos referimos claramente aquí
a sociedades donde la mayoría de sus miembros pueden tomar parte de forma
directa o indirecta en las transformaciones operadas al interior de las mismas.
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Autor:
D.R.B