El presente artículo que comparto con
ustedes, estimados amigos, es el borrador de lo que seguramente se convertirá
en el prólogo de un nuevo libro sobre el cual estoy trabajando desde hace un
tiempo. En ningún caso se trata de un texto acabado y definitivo, ni en su
parte conceptual o textual
Entonces tal vez se pregunten ¿para qué
compartirlo? Pues bien, la razón es como siempre lo digo, no el hecho de
expresar opiniones, perspectivas u ópticas sobre la realidad en forma de verdad
axiomática o ley universal y pragmática inalterable. Sino por el contrario, se
trata de someter cada palabra a la consideración de quién la lea, con el
objetivo de promover la discusión y la crítica sobre aquellos aspectos más
subjetivos, que paradójicamente condicionan latente y sensiblemente nuestra
realidad objetiva.
A este respecto, agradezco desde ya todos y
cada uno de los comentarios que sobre lo aquí expuesto se hagan. Ahí está la
verdadera intencionalidad del artículo, promover el diálogo, el intercambio y
la retrospectiva e introspectiva sobre la sociedad en la cual nos toca convivir
y algunos de sus aspectos menos evidentes.
(Parte I)
“
Al formarnos o prepararnos para vivir en un
mundo que debe ser medido y pesado, o al menos para sobrevivir a él, dónde en la valoración del triunfo o de lo exitoso,
se hacen prevalecer los aspectos cuantitativos por sobre los cualitativos que
les resultan extraños a los sistemas científico-matemáticos predominantes. Nos
formamos y nos forman en la teoría del “Ganar- Perder” y no en la de “Ganar- Ganar”, puesto que ésta última presenta una redundancia absurda para las viejas
bases paradigmáticas según las cuales se entiende el mundo. Es decir, nos
presentan un mundo nuevo pero a través de un cristal que solo permite la
observación de una limitada gama de colores ya conocidos. Un paradigma materialista en un sentido muy acotado del
término parece regir toda la estructura valorativa que se toma como válida y
real por parte de las ciencias duras, a quienes, por otra parte, se les encarga
la tarea de poder representar el universo humano. En otras palabras, se le pide
a disciplinas teóricamente objetivas la representación y explicación sobre la
conducta de cosas totalmente subjetivas.
Como es lógico al colocarse en una
posición tan radical, algunas disciplinas que son la base para el estudio de
las sociedades en la actualidad, sustentan su idoneidad para la tarea
recurriendo al expeditivo método de “si no lo puedo representar y no está
probado, no existe”. Con lo cual sólo toman en cuenta aquello ya creado, lo que
se puede contar. Si bien es cierto que en la práctica las cosas no ocurren totalmente
de este modo, las bases filosóficas sobre las que se cimentan las mediciones
gráficas a las cuales generalmente se recurre son éstas. Partiendo desde este
punto de vista se puede concluir entonces que para los sistemas métricos
actuales o al menos aquellos más utilizados en la medición de la actividad
humana, primero se crea una forma material objetiva y luego se cuantifican y
enumeran sus características obteniendo la condición de objeto real y existente.
Tomando lo antes dicho como una verdad
incontrastable, nos encontramos ante la dura revelación de que el alma no
existe, peor aún las ideas tampoco y la felicidad por ejemplo sería una
superstición o en el mejor de los casos una anomalía o un desajuste de la
conducta, por mencionar algunos ejemplos rápidos, pero como ya se habrán dado
cuenta la lista se puede ampliar exponencialmente. Ahora bien, por qué traigo a
colación estos puntos de vista, cuando nos referimos a teorías como el
“Ganar-Ganar” y “Ganar-Perder”. Pues por la sencilla razón de que ambas
posturas, que en la actualidad han comenzado a ser bastante analizadas surgiendo respectivos defensores y detractores, se encuentran sustentadas en la génesis
de las mismas por posturas filosóficas concordantes o contrapuestas con esta ya
bastante desactualizada forma tradicional de ver al mundo, y de expresar o dar sentido al
término “realidad”, como podremos ir descubriendo más adelante.”
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Autor:
D.R.B
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